jueves, 13 de octubre de 2011

Los colores de la montaña


La semana pasada agregué una nueva película a mi lista de favoritos. Se trata de Los colores de la montaña, película colombiana dirigida por Carlos Cesar Arbeláez.
Para quienes no la han visto, se las recomiendo y les copio una breve sinopsis:
La historia gira alrededor de Manuel, un niño de 9 años. Él sueña con llegar a ser guardameta y juega todos los días al fútbol con sus amigos. Por su cumpleaños recibe de parte de su padre un balón nuevo. En un accidente inesperado el balón cae dentro de un campo minado que se encontraba muy cerca del lugar donde siempre jugaban. A pesar del peligro Manuel decide no abandonar su balón y convence a Julián y Poca Luz, sus dos mejores amigos, de recuperar el balón como de lugar. En medio de las aventuras y los juegos infantiles, los signos de un conflicto armado aparecen en numerosas ocasiones y se presentan en la vida de los niños y los habitantes del lugar de diversas formas y manifestaciones.
Haciendo un análisis, la fotografía de la película me pareció bastante buena. A pesar de que trata un tema duro, que es justamente la violencia y sufrimiento que traen las guerrillas colombianas, las tomas de los paisajes y las montañas verdes expresan un aire de libertad, pureza y esperanza que hace que el espectador pueda encontrarse con muchos sentimientos contradictorios. Por un lado, vemos la inocencia y transparencia de estos niños, en especial de Manuel (el personaje principal), quienes perciben la realidad de una manera distinta a los adultos, matizándola con sus travesuras y aventuras; y por otro, nos encontramos también con el sufrimiento e incomprensión que ellos sienten, pues en muchas ocasiones no entienden lo que está pasando a su alrededor.
Lo interesante de la película es que uno termina viéndola con los mismos ojos de los niños, y termina sintiendo lo que ellos sienten. Existen varias escenas en donde uno no llega a saber qué pasó exactamente y no encuentra respuestas, lo cual creo que refleja el propio sentimiento de los niños que no llegan a comprender muchas cosas.
Arbeláez no pinta la violencia como estamos acostumbrados a verla: escenas fuertes, sangre, malicia. Él le da un giro y la muestra por medio de la esperanza y astucia de la niñez, lo cual la hace muy interesante y hasta me atrevería a decir “bonita” dentro de todo.
La inocencia de los niños es muy colorida y ésta se refleja en cada una de las montañas y los colores alegres y luminosos que nos muestra la película como si fuera una poesía. La vereda la Pradera está sufriendo, la violencia invade el espacio; sin embargo, Manuel va más allá de esto y pinta sus hermosas montañas que rodean el lugar donde vive.







En fin, creo que es una película llena de simbología y con unos personajes muy interesantes de analizar. Vale la pena verla. Cuando terminó lo único que sentía eran ganas de escribir, pues estaba cuestionada. Me dejó pensando y me conmovió el corazón ver cómo a pesar de una realidad tan dura de violencia y sufrimiento, aún existe esperanza y alegría. Las miradas iluminadas de los niños, la transparencia, libertad, valentía y como no las montañas, me abrieron el horizonte y me hicieron pensar en cómo los niños tienen una mirada distinta de la realidad que los adultos. Creo que es importante mantener siempre ese brillo en la mirada.


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